Durante las últimas dos décadas del siglo XX e inicios del XXI el mundo contemporáneo ha debido enfrentar una crisis energética de la cual Chile no ha estado ajeno. Esto ha llevado al desarrollo de nuevas alternativas que logren satisfacer las necesidades energéticas y productivas del país. Entre los posibles polos de diversificación se encuentra la energía nuclear, la que ha provocado un cuestionamiento de los planes de desarrollo que debe emprender el gobierno de turno sobre políticas de abastecimiento energético. Por lo cual, puede sostenerse que la implementación de la energía nuclear en Chile significa un retroceso, ya que nuestro país carece de los recursos humanos necesarios para el manejo de este tipo de tecnologías.
En primer lugar, la energía nuclear tiene una relación costo-beneficio no favorable para Chile; porque no se encuentran yacimientos de uranio, habría que importarlo desde otros países y volver nuevamente a la dependencia energética por uranio enriquecido. También debemos tener en cuenta que el precio del mineral se ha incrementado desde el año 2000 en un 700% según el Resource Capital Research.
Por otra parte, Chile en calidad de un país sísmico tendría que invertir en altos estándares de seguridad que poseen otros países como Japón, aumentando los costos de producción de energía eléctrica. Además, el desarrollo de esta tecnología conlleva el manejo y tratamiento de desechos nucleares. Caracterizados por ser causantes de múltiples enfermedades en el ser humano y estragos en el medio ambiente.
Por otro lado, se debe considerar que la implementación de otras energías, como la solar o eólica, implica un gasto bastante considerable en virtud de las condiciones climáticas y geográficas de Chile. Además, estas energías conocidas como renovables se encuentran recién una fase de experimentación, lo cual hace inviable su puesta en marcha. Sin embargo, hay que tener presente que países como Francia y Alemania se abastecen su matriz energética con centrales eólicas, lo cual demuestra que la fase de estudio ya ha finalizado, pasando a una etapa de implementación en los países para su desarrollo. También, se debe identificar que a largo plazo las energías renovables son la mejor opción, debido, a que la energía nuclear resulta onerosa tanto en su implementación como en la eliminación de desechos que produce.
Según los antecedentes presentados, se concluye que no se debe implementar un plan estratégico para el desarrollo de energía nuclear. Debe buscarse un plan integral de políticas energéticas diverso, optimizando las características geomorfológicas de nuestro país y apoyando nuevos proyectos tecnológicos como parques eólicos en las regiones australes. Teniendo presente un equilibrio entre el uso racional de los recursos naturales y crecimiento económico.
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